SIN DIOS NI MORAL
Una vez, hojeando un libro sobre psicología infantil, me encontré con un capítulo sobre la rebelión adolescente. Este Sugería que, en la primera fase de la rebelión de un niño contra sus padres, puede que el niño intente distinguirse de los padres acusándolos de no vivir de acuerdo a sus propios valores. Por ejemplo, si le enseñan que la amabilidad y la consideración son importantes, el va a acusarlos de no ser suficientemente compasivos. En este caso el niño todavía no se ha definido a si mismo, ni sus propios valores, todavía acepta los valores e ideas que sus padres le transmitieron y solo el es capaz de afirmar su identidad dentro de ese marco.
Es mas tarde cuando se cuestiona las creencias y la moral que le presentaron como evangelio, es ahí donde puede convertirse en una persona independiente.
A menudo pienso que no hemos llegado más allá de esa primera etapa de la rebelión en lo cotidiano. Criticamos las acciones de los que están en la corriente dominante y los efectos de su sociedad sobre la gente y los animales, atacamos la ignorancia y la crueldad de su sistema, pero raramente nos detenemos a cuestionar la naturaleza de lo que todos aceptamos como "moralidad"¿Podría ser que esa "moral", por la que creemos que podemos juzgar las acciones, es de por sí algo que debe ser criticado? Cuando afirmamos que la explotación de los animales es "moralmente incorrecto", ¿que significa eso? ¿Estamos tal vez sólo aceptando valores y convirtiéndolos en contra de aquellos con los cuales no estamos de acuerdo, en lugar de crear normas morales propias?
Quizás ahora te estés preguntando: “¿que queres decir con eso de crear normas morales propias? Algo esta moralmente bien o no -la moral es algo que no se puede inventar, no es cuestión de mera opinión”. Justo ahí estas aceptando uno de los más elementales principios de la sociedad, el cual te plantea: que el bien y el mal no son valoraciones individuales, sino las leyes fundamentales del mundo. Esta idea, un ocurrencia absurda del cristianismo muerto, está en el centro de nuestra civilización, si vas a cuestionar el sistema, deberías considerar primero esto!
No hay tal cosa como el bien y el mal…
No hay un bien o un mal universal….
No hay factores externos que puedan decidir por nosotros…
¿De dónde viene la idea de la "Ley Moral"?
Hubo un tiempo en el que casi todo el mundo creía en la existencia de un Dios. Este Dios dominaba el mundo, El tenia absoluto poder sobre todo en el, y había impuesto ordenes que todos los seres humanos debían obedecer. Si no lo hacían sufrirían los castigos mas terribles que estaban en sus manos. Naturalmente, la mayoría obedecía las leyes tan bien como podía, el miedo al sufrimiento eterno era mucho más fuerte que los deseos, en la mayoría de los casos, prohibidos. Todos vivían de acuerdo a las mismas leyes y estaban de acuerdo en lo que que era la “moral”: conjunto de valores decretado por las leyes de Dios. Así el bien y el mal se decidieron por la voluntad de dios y, desde luego, todo el mundo lo acepto (por miedo).
Un día la gente despertó, y se dio cuenta que no existía ningún Dios después de todo. No había pruebas científicas para demostrar su existencia, y muy poca gente veía algún punto en tener fe en lo irracional. Dios prácticamente desapareció del mundo; ya nadie le temió ni a el ni a sus castigos.
Pero algo extraño sucedió. Aunque estas personas tuvieron el coraje de cuestionar la existencia de Dios e incluso negársela a los que todavía creían en ella, no se atrevieron a cuestionar la moralidad que sus leyes habían conferido por mandato. Seguramente, no fue lo único que sucedió; todo el mundo había levantádose para sostener las mismas creencias con respecto a lo que era la moralidad, y se había hablado y acordado sobre el bien y el mal de la misma manera, pero tal vez ellos solamente asumieron que era obvio para todos lo que era bueno y lo que era malo y ya no importaba si Dios estaba ahí para hacerlo cumplir o no. O quizás la gente se había acostumbrado a vivir bajo estas leyes a la que tanto les temían incluso considerando la posibilidad de que estas leyes no existiesen en verdad, y simplemente era un engaño mas.
Esto dejo a la humanidad en una posición inusual: aunque ya no había una autoridad para decretar ciertas cosas absolutamente correctas o incorrectas, todavía aceptaban la idea de que algunas cosas son correctas o incorrectas, por naturaleza. A pesar de que ya no tenían fe en una deidad aun tenían fe en un código moral universal que todo el mundo tubo que seguir.
A pesar de que ya no creían en Dios, todavía no eran lo suficientemente valientes para dejar de cumplir sus órdenes, habían abolido la idea de una regla divina, pero no la divinidad de su código de ética. Esta sumisión incondicional a las leyes de un largo pasado bajo la sombra de un maestro celestial ha sido una larga pesadilla de la cual la raza humana recién comenzó a despertar.
Dios esta muerto… y con él, la ley moral.
Sin Dios ya no hay ninguna norma objetiva para juzgar el bien y el mal. Esta realización es muy preocupante para los filósofos hace algunas décadas, pero no ha tenido mucho efecto en otros círculos. La mayoría de la gente todavía parece pensar que una moral universal puede ser castigada mediante algo más que las leyes de Dios: en lo que es bueno para la gente, en lo que nosotros nos sentimos invitados a hacer. Pero las explicaciones de por qué estas normas constituyen necesariamente una “ley universal moral” son difíciles de conseguir. Por lo general, los argumentos para la existencia de la ley moral son emocionales mas que racionales: “¿pero no crees que la violación esta mal?” preguntan los moralistas como si una opinión compartida fuera una prueba de la verdad universal. “¿Pero no crees que la gente necesita creer en algo superior a ellos?” apelan ellos, como si la necesidad de creer en algo pudiera hacerlo realidad. En ocasiones recurren a amenazas: “¿qué pasaría si todo el mundo decidiera que no existe el bien y el mal? ¿Acaso no nos mataríamos entre todos?”.
El problema real con la idea de la ley moral universal es que afirma la existencia de algo que nosotros no podemos controlar, algo que esta afuera de nuestro alcance. Los creyentes del bien y el mal nos quieren hacer creer que hay “verdades morales”, es decir, que hay cosas que son moralmente ciertas en este mundo, del mismo modo que es cierto que el cielo es azul.
Ellos afirman que es una verdad en este mundo que el asesinato es moralmente erróneo al igual que es cierto que el agua se congela a los 30 grados. Pero podemos investigar la temperatura de congelación del agua científicamente: podemos medirla y acordar juntos que llegamos a algún tipo de verdad objetiva. Por otra parte, ¿que es lo que vemos si queremos investigar si es cierto que el asesinato es malo? No hay una tabla de la ley moral en la cima de una montaña para que nosotros consultemos, no hay mandamientos tallados en el cielo encima de nosotros; lo único que tenemos que seguir son nuestros propios instintos y no las palabras de un montón de sacerdotes y otros autollamados expertos en moral, muchos de los cuales ni siquiera se ponen de acuerdo. En cuanto a las palabras de los sacerdotes y moralistas, si no pueden ofrecer una evidencia de este mundo, ¿por que deberíamos creer sus reclamos? Y con respecto a nuestros instintos: si nosotros sentimos que algo esta bien o mal, que puede ser bueno o malo para nosotros, con eso alcanza! Aun sabiendo que eso no significa que es universalmente bueno o malo. Por lo tanto la idea de que hay leyes morales universales es mera superstición: es una evidencia más de que hay cosas que existen en este mundo que actualmente no podemos experimentar ni aprender. Y podríamos hacer bien, y no perder tiempo preguntándonos cosas de las cuales nunca sabremos nada. Cuando dos personas están fundamentalmente en desacuerdo sobre lo que es correcto y lo que no, no hay forma de resolver ese debate. No hay nada en este mundo a lo que referirse para ver cual de las dos posiciones es correcta, por que realmente no hay leyes morales universales, solo evaluaciones personales. Entonces la pregunta más importante es ¿de donde vienen tus valores? ¿Los valores los creas vos, de acuerdo con tus deseos, o los aceptas de alguien más? ¿Quizás alguien mas que disfrazó sus opiniones como “verdades universales”?
¿No resulta sospechosa esa idea de las verdades universales? Este mundo está lleno de grupos e individuos que desean convertirte a su religión, sus dogmas, sus agendas políticas, sus opiniones. Por supuesto ellos te van a decir que un conjunto de valores son “verdaderos” para todos y por supuesto ellos te dirán que sus valores son los correctos. Una vez que estas convencido de que solo hay un estándar de lo que es correcto y lo que es incorrecto solo están a un paso de convencerte de que SU nivel es el correcto. Entonces ¿como enfrentarnos a esos que nos venden la idea de “ley moral universal”? Su afirmación de que la moral es una cuestión de ley moral es solo una astuta forma de llegar a nosotros y que aceptemos sus valores en lugar de forjar uno propio que pudiera entrar en conflicto con los de ellos.
Entonces, para protegernos de las supersticiones de los moralistas y los engaños de los evangelistas vamos a terminar con la idea de la ley moral. Vamos directo a una nueva era, en la cual vamos a hacer nuestros valores a nuestro modo en lugar de aceptar las leyes morales por miedo y obediencia. Que este sea nuestro nuevo credo: no hay un código moral universal que deba dictar el comportamiento humano. No hay nada bueno o malo, no hay una norma universal de lo correcto y lo incorrecto. Nuestros valores y moral vienen de nosotros, y nos pertenecen, nos gusten o no, entonces deberíamos clamarlos con orgullo como nuestras propias creaciones en vez de buscar una justificación externa para ellos.
Pero si no hay bien ni mal, si no tiene algún valor moral intrínseco, ¿cómo sabemos qué hacer?
Haz tu propio “bien y mal”. Si no hay ley moral sobre nosotros, eso significa que somos libres de hacer lo que queramos , libre de ser lo que queremos, libre de perseguir nuestros deseos sin sentir culpa ni vergüenza acerca de ellos. Date cuenta de lo que queres de tu vida, y anda a buscar eso; crea valores que sean buenos para vos, y viví acorde a ellos. No será fácil, los deseos nos llevan en distintas direcciones, vienen y van sin advertirnos, entonces mantenerlos y elegirlos, es una tarea difícil por supuesto y obedeciendo instrucciones es mas fácil, menos complicado. ¿Pero crees que vale la pena? si vivimos nuestras vidas como nos enseñaron e instruyeron, las chances de que obtengamos lo que queremos de la vida son muy escasas: cada uno de nosotros es distinto y tiene necesidades distintas, entonces, ¿cómo podría un conjunto de “verdades morales” funcionar para cada uno de nosotros? Si tomamos la responsabilidad de crear nosotros mismos nuestra propia tabla de valores, entonces así tendremos una oportunidad de alcanzar un cierto grado de felicidad. La vieja moral de las leyes ha quedado de días donde vivíamos en una temerosa sumisión a un Dios no existente, en fin, con su partida, podemos liberarnos de toda la cobardía, la sumisión, y la superstición que ha caracterizado nuestro pasado.
Algunos entienden mal la afirmación de que debemos seguir nuestros propios deseos y lo piensan como si fuera mero hedonismo. Pero no es el efímero e insustancial deseo de los típicos libertinos a lo que nos referimos acá. Son los más fuertes, profundos, y duraderos deseos e inclinaciones del individuo: son los más fundamentales sentimientos de amor y odio los que deben formar nuestros valores. El hecho de que no haya ningún Dios para demandarnos nos da la posibilidad (posibilidad que Dios y sus secuaces nos habían quitado) de hacer el bien y el mal por nuestro propio bien y no por temor a alguna deidad o por obediencia a un código moral.
Pero, ¿cómo podemos justificar actuar con nuestra ética, si no podemos basarla en verdades universales morales?
La moralidad ha sido algo exteriormente justificado por tanto tiempo que hoy apenas sabemos como concebirla de otra forma. Siempre hemos tenido que afirmar que nuestros valores proceden de algo externo a nosotros, porque basar nuestros valores en nuestros deseos era marcado de forma negativa por los predicadores de la ley moral (vaya sorpresa!). Hoy todavía sentimos instintivamente que nuestras acciones deben estar justificadas por algo externo a nosotros, algo “mejor” que nosotros (sino es por Dios, es por la ley moral, la ley del estado, la opinión publica, la justicia, “el amor del hombre”, etc.) Fuimos tan condicionados por siglos, pidiéndonos permiso para sentir cosas y hacer cosas, siglos de estar sometidos sin poder basar las decisiones cotidianas en nuestras necesidades, que todavía seguimos obedeciendo un poder superior incluso cuando actuamos en base a nuestros deseos y creencias; de alguna forma, parece mas defendible si tomamos decisiones por sumisión a alguna clase de autoridad que si lo hacemos en servicio a nuestras inclinaciones. Nos sentimos tan avergonzados de nuestras aspiraciones y deseos que preferimos atribuirle nuestras acciones a algo “superior” a ellas. ¿Pero que podría ser mejor que nuestras propios deseos? ¿Que podría proporcionar una mejor justificación de nuestras acciones? ¿Deberíamos servirle a algo externo sin consultarnos nuestros deseos, quizás incluso en contra de nuestros deseos?
Esta pregunta de la justificación es donde tantos “revolucionarios” fallan. Ellos atacan lo que ven como injusto, no sobre la base de que no quieren ver que esas cosas pasen, sino sobre la base de que es “moralmente incorrecto”. Al hacerlo buscan el apoyo de todo el mundo que aun cree en la fábula de la ley moral y llegan a verse a si mismos como servidores de la Verdad. Estas personas no deberían tomar ventaja de las ilusiones populares para hacer sus puntos, debería ser un reto y un cuestionamiento tradicional en todo lo que hacen. Una caso por ejemplo, los derechos animales, lo que se logra en nombre de la justicia y la moral, es un paso hacia delante a cuesta de dos pasos hacia atrás: resuelve un problema mientras reproduce y refuerza otro. ¿De que manera puede servirnos que alguien defienda los derechos de un animal por una vía legal si es la misma ley la que apoya a los explotadores? O si así fuera ¿de qué sirve actuar por los animales explotados olvidándonos de que nosotros mismos somos animales explotados? ¿Qué logramos imponiendo “nuestra verdad” acerca del tema? Debemos actuar en consecuencia. Sabemos que es difícil hacernos cargo de todos los problemas del mundo, por eso debemos comenzar a crear nuestros valores no por que algo nos dicta que las cosas están mal, sino porque nuestra experiencia nos lo hace sentir, ver, oler, degustar y escuchar. Desafortunadamente a causa de siglos de condicionamiento, se siente tan bien sentirse justificado por una “fuerza mayor”, obedecer la “ley moral”, ir aplicando “justicia” y luchando contra el “mal”, que esta gente queda atrapada en su papel de autoridad moral y olvidan preguntarse si la idea de la ley moral tiene sentido en primer lugar. Hay una sensación de poder que viene de creer que uno le esta sirviendo a una autoridad superior, la misma que atrae a la gente al fascismo. Siempre es tentador pintar cualquier lucha como el bien contra el mal, lo bueno contra lo malo, `pero no es más que una simplificación excesiva, es una falsificación: porque eso no existe. Podemos actuar de forma compasiva con los otros por que queremos, no solo porque “la moral lo dicta”, eso lo sabemos. No necesitamos ninguna justificación de arriba para preocuparnos por los animales y los humanos, o para actuar protegiéndolos. Ese tipo de justificación supone que si la ley moral dice que los homosexuales son malos debemos creerlo y ni siquiera imaginarnos tomar como valor la libertad de elección sexual. Entendámoslo, no necesitamos de nadie mas que de nosotros mismos, de nuestras vidas y experiencias para elegir que esta bien y mal. Solo necesitamos sentir en nuestros corazones que es correcto, que es correcto para nosotros, para tener todas las razones que necesitamos. Entonces podemos justificar nuestra manera de actuar en nuestra ética sin basarlo en verdades morales simplemente sin avergonzarnos de nuestros deseos, estando lo suficientemente orgullosos de aceptarlos por lo que son, como las fuerzas que nos impulsan como individuos. Y nuestros propios valores podrían no ser adecuados para todos, es verdad: pero son por lo que tenemos que seguir adelante, debemos atrevernos a actuar sobre ellos mas que desear una imposible justificación mayor.
¿Pero que pasaría si todos decidiéramos que no hay bien y mal? ¿No nos mataríamos entre todos?
Esta pregunta presupone que la gente se abstiene de matarse una la otra solo porque se les ha enseñado que es malo hacerlo. ¿Es la humanidad realmente tan cruel y sanguinaria que todos nos mataríamos y violaríamos si no estuviéramos limitados por la superstición? Me parece más probable que deseáramos llevarnos bien con el otro. ¿No disfrutas ayudando a otros más que lastimándolos? Hoy la mayoría de las personas afirman creer que la compasión y la justicia son moralmente correctas, pero esto ha hecho muy poco para que el mundo sea un lugar justo y compasivo. ¿Será muy raro pensar que el mundo, al poseer inclinaciones naturales a la decencia humana, actúa a favor de esta en vez de creer que la justicia y la caridad cambian el mundo porque es nuestra obligación? ¿Que seria lo que realmente vale la pena, de todos modos, si todos nosotros desempeñamos nuestra “obligación” de ser buenos el uno con el otro, si eso se debe a que estamos obedeciendo a imperativos morales? ¿De que sirve respetarnos porque una ley lo demanda si realmente no sentimos respeto por nada? ¿No significaría mucho mas para nosotros tratarnos los unos a los otros con consideración porque queremos, por que así lo deseamos, en vez de porque nos sentimos obligado a ello?
Y si la abolición del mito de la ley moral de alguna manera causa mas lucha entre los humanos ¿no seria eso mejor que vivir como esclavos de la superstición? Si pensamos en lo que son nuestros valores y como vivir de acuerdo a ellos, al menos tendríamos la chance de seguir nuestros deseos y quizás disfrutar la vida, incluso si tuviéramos que luchar los unos con los otros. Pero si elegimos vivir de acuerdo a las reglas que otros nos imponen, sacrificamos nuestra chance de elegir nuestros destinos y seguir nuestros sueños. No importa que tan suavemente pasemos las trabas de la ley moral, ¿no vale la pena la abdicación de nuestra determinación? Yo no tendría el corazón para mentirle a un ser humano y decirle que se tiene que ajustar a un mandato ético esté o no en sus intereses, incluso si esa mentira previniera una discusión entre nosotros. Por que yo me preocupo por los seres humanos yo quiero que sean libres de hacer lo que es correcto para ellos. ¿No es más importante que la mera paz en la tierra? ¿No es la libertad, la peligrosa libertad, preferible a la esclavitud tan segura, a la paz comprada con ignorancia, a la cobardía y la sumisión?
Además, mira hacia atrás en nuestra historia. Mucho derramamiento de sangre, engaño y opresión ha sido perpetuado en nombre del bien y el mal. Las guerras más sangrientas se han luchado entre oponentes que pensaban que peleaban del lado de la verdad moral. La idea de la ley moral no nos ayuda a llevarnos bien, nos pone en contra uno a los otros, para competir sobre cual ley moral es la “verdadera”. No puede haber progreso real en las relaciones humanas hasta que las perspectivas de todos sobre la ética y los valores sean reconocidas; entonces finalmente empezaremos a trabajar en nuestras diferencias y aprenderemos a vivir juntos, sin pelear sobre la estúpida pregunta de que valores y deseos están “bien”. Por tu propio bien, por el bien de la humanidad, tira a la mierda las nociones anticuadas del bien y el mal y crea tus propios valores! Por vos mismo!
Una vez, hojeando un libro sobre psicología infantil, me encontré con un capítulo sobre la rebelión adolescente. Este Sugería que, en la primera fase de la rebelión de un niño contra sus padres, puede que el niño intente distinguirse de los padres acusándolos de no vivir de acuerdo a sus propios valores. Por ejemplo, si le enseñan que la amabilidad y la consideración son importantes, el va a acusarlos de no ser suficientemente compasivos. En este caso el niño todavía no se ha definido a si mismo, ni sus propios valores, todavía acepta los valores e ideas que sus padres le transmitieron y solo el es capaz de afirmar su identidad dentro de ese marco.
Es mas tarde cuando se cuestiona las creencias y la moral que le presentaron como evangelio, es ahí donde puede convertirse en una persona independiente.
A menudo pienso que no hemos llegado más allá de esa primera etapa de la rebelión en lo cotidiano. Criticamos las acciones de los que están en la corriente dominante y los efectos de su sociedad sobre la gente y los animales, atacamos la ignorancia y la crueldad de su sistema, pero raramente nos detenemos a cuestionar la naturaleza de lo que todos aceptamos como "moralidad"¿Podría ser que esa "moral", por la que creemos que podemos juzgar las acciones, es de por sí algo que debe ser criticado? Cuando afirmamos que la explotación de los animales es "moralmente incorrecto", ¿que significa eso? ¿Estamos tal vez sólo aceptando valores y convirtiéndolos en contra de aquellos con los cuales no estamos de acuerdo, en lugar de crear normas morales propias?
Quizás ahora te estés preguntando: “¿que queres decir con eso de crear normas morales propias? Algo esta moralmente bien o no -la moral es algo que no se puede inventar, no es cuestión de mera opinión”. Justo ahí estas aceptando uno de los más elementales principios de la sociedad, el cual te plantea: que el bien y el mal no son valoraciones individuales, sino las leyes fundamentales del mundo. Esta idea, un ocurrencia absurda del cristianismo muerto, está en el centro de nuestra civilización, si vas a cuestionar el sistema, deberías considerar primero esto!
No hay tal cosa como el bien y el mal…
No hay un bien o un mal universal….
No hay factores externos que puedan decidir por nosotros…
¿De dónde viene la idea de la "Ley Moral"?
Hubo un tiempo en el que casi todo el mundo creía en la existencia de un Dios. Este Dios dominaba el mundo, El tenia absoluto poder sobre todo en el, y había impuesto ordenes que todos los seres humanos debían obedecer. Si no lo hacían sufrirían los castigos mas terribles que estaban en sus manos. Naturalmente, la mayoría obedecía las leyes tan bien como podía, el miedo al sufrimiento eterno era mucho más fuerte que los deseos, en la mayoría de los casos, prohibidos. Todos vivían de acuerdo a las mismas leyes y estaban de acuerdo en lo que que era la “moral”: conjunto de valores decretado por las leyes de Dios. Así el bien y el mal se decidieron por la voluntad de dios y, desde luego, todo el mundo lo acepto (por miedo).
Un día la gente despertó, y se dio cuenta que no existía ningún Dios después de todo. No había pruebas científicas para demostrar su existencia, y muy poca gente veía algún punto en tener fe en lo irracional. Dios prácticamente desapareció del mundo; ya nadie le temió ni a el ni a sus castigos.
Pero algo extraño sucedió. Aunque estas personas tuvieron el coraje de cuestionar la existencia de Dios e incluso negársela a los que todavía creían en ella, no se atrevieron a cuestionar la moralidad que sus leyes habían conferido por mandato. Seguramente, no fue lo único que sucedió; todo el mundo había levantádose para sostener las mismas creencias con respecto a lo que era la moralidad, y se había hablado y acordado sobre el bien y el mal de la misma manera, pero tal vez ellos solamente asumieron que era obvio para todos lo que era bueno y lo que era malo y ya no importaba si Dios estaba ahí para hacerlo cumplir o no. O quizás la gente se había acostumbrado a vivir bajo estas leyes a la que tanto les temían incluso considerando la posibilidad de que estas leyes no existiesen en verdad, y simplemente era un engaño mas.
Esto dejo a la humanidad en una posición inusual: aunque ya no había una autoridad para decretar ciertas cosas absolutamente correctas o incorrectas, todavía aceptaban la idea de que algunas cosas son correctas o incorrectas, por naturaleza. A pesar de que ya no tenían fe en una deidad aun tenían fe en un código moral universal que todo el mundo tubo que seguir.
A pesar de que ya no creían en Dios, todavía no eran lo suficientemente valientes para dejar de cumplir sus órdenes, habían abolido la idea de una regla divina, pero no la divinidad de su código de ética. Esta sumisión incondicional a las leyes de un largo pasado bajo la sombra de un maestro celestial ha sido una larga pesadilla de la cual la raza humana recién comenzó a despertar.
Dios esta muerto… y con él, la ley moral.
Sin Dios ya no hay ninguna norma objetiva para juzgar el bien y el mal. Esta realización es muy preocupante para los filósofos hace algunas décadas, pero no ha tenido mucho efecto en otros círculos. La mayoría de la gente todavía parece pensar que una moral universal puede ser castigada mediante algo más que las leyes de Dios: en lo que es bueno para la gente, en lo que nosotros nos sentimos invitados a hacer. Pero las explicaciones de por qué estas normas constituyen necesariamente una “ley universal moral” son difíciles de conseguir. Por lo general, los argumentos para la existencia de la ley moral son emocionales mas que racionales: “¿pero no crees que la violación esta mal?” preguntan los moralistas como si una opinión compartida fuera una prueba de la verdad universal. “¿Pero no crees que la gente necesita creer en algo superior a ellos?” apelan ellos, como si la necesidad de creer en algo pudiera hacerlo realidad. En ocasiones recurren a amenazas: “¿qué pasaría si todo el mundo decidiera que no existe el bien y el mal? ¿Acaso no nos mataríamos entre todos?”.
El problema real con la idea de la ley moral universal es que afirma la existencia de algo que nosotros no podemos controlar, algo que esta afuera de nuestro alcance. Los creyentes del bien y el mal nos quieren hacer creer que hay “verdades morales”, es decir, que hay cosas que son moralmente ciertas en este mundo, del mismo modo que es cierto que el cielo es azul.
Ellos afirman que es una verdad en este mundo que el asesinato es moralmente erróneo al igual que es cierto que el agua se congela a los 30 grados. Pero podemos investigar la temperatura de congelación del agua científicamente: podemos medirla y acordar juntos que llegamos a algún tipo de verdad objetiva. Por otra parte, ¿que es lo que vemos si queremos investigar si es cierto que el asesinato es malo? No hay una tabla de la ley moral en la cima de una montaña para que nosotros consultemos, no hay mandamientos tallados en el cielo encima de nosotros; lo único que tenemos que seguir son nuestros propios instintos y no las palabras de un montón de sacerdotes y otros autollamados expertos en moral, muchos de los cuales ni siquiera se ponen de acuerdo. En cuanto a las palabras de los sacerdotes y moralistas, si no pueden ofrecer una evidencia de este mundo, ¿por que deberíamos creer sus reclamos? Y con respecto a nuestros instintos: si nosotros sentimos que algo esta bien o mal, que puede ser bueno o malo para nosotros, con eso alcanza! Aun sabiendo que eso no significa que es universalmente bueno o malo. Por lo tanto la idea de que hay leyes morales universales es mera superstición: es una evidencia más de que hay cosas que existen en este mundo que actualmente no podemos experimentar ni aprender. Y podríamos hacer bien, y no perder tiempo preguntándonos cosas de las cuales nunca sabremos nada. Cuando dos personas están fundamentalmente en desacuerdo sobre lo que es correcto y lo que no, no hay forma de resolver ese debate. No hay nada en este mundo a lo que referirse para ver cual de las dos posiciones es correcta, por que realmente no hay leyes morales universales, solo evaluaciones personales. Entonces la pregunta más importante es ¿de donde vienen tus valores? ¿Los valores los creas vos, de acuerdo con tus deseos, o los aceptas de alguien más? ¿Quizás alguien mas que disfrazó sus opiniones como “verdades universales”?
¿No resulta sospechosa esa idea de las verdades universales? Este mundo está lleno de grupos e individuos que desean convertirte a su religión, sus dogmas, sus agendas políticas, sus opiniones. Por supuesto ellos te van a decir que un conjunto de valores son “verdaderos” para todos y por supuesto ellos te dirán que sus valores son los correctos. Una vez que estas convencido de que solo hay un estándar de lo que es correcto y lo que es incorrecto solo están a un paso de convencerte de que SU nivel es el correcto. Entonces ¿como enfrentarnos a esos que nos venden la idea de “ley moral universal”? Su afirmación de que la moral es una cuestión de ley moral es solo una astuta forma de llegar a nosotros y que aceptemos sus valores en lugar de forjar uno propio que pudiera entrar en conflicto con los de ellos.
Entonces, para protegernos de las supersticiones de los moralistas y los engaños de los evangelistas vamos a terminar con la idea de la ley moral. Vamos directo a una nueva era, en la cual vamos a hacer nuestros valores a nuestro modo en lugar de aceptar las leyes morales por miedo y obediencia. Que este sea nuestro nuevo credo: no hay un código moral universal que deba dictar el comportamiento humano. No hay nada bueno o malo, no hay una norma universal de lo correcto y lo incorrecto. Nuestros valores y moral vienen de nosotros, y nos pertenecen, nos gusten o no, entonces deberíamos clamarlos con orgullo como nuestras propias creaciones en vez de buscar una justificación externa para ellos.
Pero si no hay bien ni mal, si no tiene algún valor moral intrínseco, ¿cómo sabemos qué hacer?
Haz tu propio “bien y mal”. Si no hay ley moral sobre nosotros, eso significa que somos libres de hacer lo que queramos , libre de ser lo que queremos, libre de perseguir nuestros deseos sin sentir culpa ni vergüenza acerca de ellos. Date cuenta de lo que queres de tu vida, y anda a buscar eso; crea valores que sean buenos para vos, y viví acorde a ellos. No será fácil, los deseos nos llevan en distintas direcciones, vienen y van sin advertirnos, entonces mantenerlos y elegirlos, es una tarea difícil por supuesto y obedeciendo instrucciones es mas fácil, menos complicado. ¿Pero crees que vale la pena? si vivimos nuestras vidas como nos enseñaron e instruyeron, las chances de que obtengamos lo que queremos de la vida son muy escasas: cada uno de nosotros es distinto y tiene necesidades distintas, entonces, ¿cómo podría un conjunto de “verdades morales” funcionar para cada uno de nosotros? Si tomamos la responsabilidad de crear nosotros mismos nuestra propia tabla de valores, entonces así tendremos una oportunidad de alcanzar un cierto grado de felicidad. La vieja moral de las leyes ha quedado de días donde vivíamos en una temerosa sumisión a un Dios no existente, en fin, con su partida, podemos liberarnos de toda la cobardía, la sumisión, y la superstición que ha caracterizado nuestro pasado.
Algunos entienden mal la afirmación de que debemos seguir nuestros propios deseos y lo piensan como si fuera mero hedonismo. Pero no es el efímero e insustancial deseo de los típicos libertinos a lo que nos referimos acá. Son los más fuertes, profundos, y duraderos deseos e inclinaciones del individuo: son los más fundamentales sentimientos de amor y odio los que deben formar nuestros valores. El hecho de que no haya ningún Dios para demandarnos nos da la posibilidad (posibilidad que Dios y sus secuaces nos habían quitado) de hacer el bien y el mal por nuestro propio bien y no por temor a alguna deidad o por obediencia a un código moral.
Pero, ¿cómo podemos justificar actuar con nuestra ética, si no podemos basarla en verdades universales morales?
La moralidad ha sido algo exteriormente justificado por tanto tiempo que hoy apenas sabemos como concebirla de otra forma. Siempre hemos tenido que afirmar que nuestros valores proceden de algo externo a nosotros, porque basar nuestros valores en nuestros deseos era marcado de forma negativa por los predicadores de la ley moral (vaya sorpresa!). Hoy todavía sentimos instintivamente que nuestras acciones deben estar justificadas por algo externo a nosotros, algo “mejor” que nosotros (sino es por Dios, es por la ley moral, la ley del estado, la opinión publica, la justicia, “el amor del hombre”, etc.) Fuimos tan condicionados por siglos, pidiéndonos permiso para sentir cosas y hacer cosas, siglos de estar sometidos sin poder basar las decisiones cotidianas en nuestras necesidades, que todavía seguimos obedeciendo un poder superior incluso cuando actuamos en base a nuestros deseos y creencias; de alguna forma, parece mas defendible si tomamos decisiones por sumisión a alguna clase de autoridad que si lo hacemos en servicio a nuestras inclinaciones. Nos sentimos tan avergonzados de nuestras aspiraciones y deseos que preferimos atribuirle nuestras acciones a algo “superior” a ellas. ¿Pero que podría ser mejor que nuestras propios deseos? ¿Que podría proporcionar una mejor justificación de nuestras acciones? ¿Deberíamos servirle a algo externo sin consultarnos nuestros deseos, quizás incluso en contra de nuestros deseos?
Esta pregunta de la justificación es donde tantos “revolucionarios” fallan. Ellos atacan lo que ven como injusto, no sobre la base de que no quieren ver que esas cosas pasen, sino sobre la base de que es “moralmente incorrecto”. Al hacerlo buscan el apoyo de todo el mundo que aun cree en la fábula de la ley moral y llegan a verse a si mismos como servidores de la Verdad. Estas personas no deberían tomar ventaja de las ilusiones populares para hacer sus puntos, debería ser un reto y un cuestionamiento tradicional en todo lo que hacen. Una caso por ejemplo, los derechos animales, lo que se logra en nombre de la justicia y la moral, es un paso hacia delante a cuesta de dos pasos hacia atrás: resuelve un problema mientras reproduce y refuerza otro. ¿De que manera puede servirnos que alguien defienda los derechos de un animal por una vía legal si es la misma ley la que apoya a los explotadores? O si así fuera ¿de qué sirve actuar por los animales explotados olvidándonos de que nosotros mismos somos animales explotados? ¿Qué logramos imponiendo “nuestra verdad” acerca del tema? Debemos actuar en consecuencia. Sabemos que es difícil hacernos cargo de todos los problemas del mundo, por eso debemos comenzar a crear nuestros valores no por que algo nos dicta que las cosas están mal, sino porque nuestra experiencia nos lo hace sentir, ver, oler, degustar y escuchar. Desafortunadamente a causa de siglos de condicionamiento, se siente tan bien sentirse justificado por una “fuerza mayor”, obedecer la “ley moral”, ir aplicando “justicia” y luchando contra el “mal”, que esta gente queda atrapada en su papel de autoridad moral y olvidan preguntarse si la idea de la ley moral tiene sentido en primer lugar. Hay una sensación de poder que viene de creer que uno le esta sirviendo a una autoridad superior, la misma que atrae a la gente al fascismo. Siempre es tentador pintar cualquier lucha como el bien contra el mal, lo bueno contra lo malo, `pero no es más que una simplificación excesiva, es una falsificación: porque eso no existe. Podemos actuar de forma compasiva con los otros por que queremos, no solo porque “la moral lo dicta”, eso lo sabemos. No necesitamos ninguna justificación de arriba para preocuparnos por los animales y los humanos, o para actuar protegiéndolos. Ese tipo de justificación supone que si la ley moral dice que los homosexuales son malos debemos creerlo y ni siquiera imaginarnos tomar como valor la libertad de elección sexual. Entendámoslo, no necesitamos de nadie mas que de nosotros mismos, de nuestras vidas y experiencias para elegir que esta bien y mal. Solo necesitamos sentir en nuestros corazones que es correcto, que es correcto para nosotros, para tener todas las razones que necesitamos. Entonces podemos justificar nuestra manera de actuar en nuestra ética sin basarlo en verdades morales simplemente sin avergonzarnos de nuestros deseos, estando lo suficientemente orgullosos de aceptarlos por lo que son, como las fuerzas que nos impulsan como individuos. Y nuestros propios valores podrían no ser adecuados para todos, es verdad: pero son por lo que tenemos que seguir adelante, debemos atrevernos a actuar sobre ellos mas que desear una imposible justificación mayor.
¿Pero que pasaría si todos decidiéramos que no hay bien y mal? ¿No nos mataríamos entre todos?
Esta pregunta presupone que la gente se abstiene de matarse una la otra solo porque se les ha enseñado que es malo hacerlo. ¿Es la humanidad realmente tan cruel y sanguinaria que todos nos mataríamos y violaríamos si no estuviéramos limitados por la superstición? Me parece más probable que deseáramos llevarnos bien con el otro. ¿No disfrutas ayudando a otros más que lastimándolos? Hoy la mayoría de las personas afirman creer que la compasión y la justicia son moralmente correctas, pero esto ha hecho muy poco para que el mundo sea un lugar justo y compasivo. ¿Será muy raro pensar que el mundo, al poseer inclinaciones naturales a la decencia humana, actúa a favor de esta en vez de creer que la justicia y la caridad cambian el mundo porque es nuestra obligación? ¿Que seria lo que realmente vale la pena, de todos modos, si todos nosotros desempeñamos nuestra “obligación” de ser buenos el uno con el otro, si eso se debe a que estamos obedeciendo a imperativos morales? ¿De que sirve respetarnos porque una ley lo demanda si realmente no sentimos respeto por nada? ¿No significaría mucho mas para nosotros tratarnos los unos a los otros con consideración porque queremos, por que así lo deseamos, en vez de porque nos sentimos obligado a ello?
Y si la abolición del mito de la ley moral de alguna manera causa mas lucha entre los humanos ¿no seria eso mejor que vivir como esclavos de la superstición? Si pensamos en lo que son nuestros valores y como vivir de acuerdo a ellos, al menos tendríamos la chance de seguir nuestros deseos y quizás disfrutar la vida, incluso si tuviéramos que luchar los unos con los otros. Pero si elegimos vivir de acuerdo a las reglas que otros nos imponen, sacrificamos nuestra chance de elegir nuestros destinos y seguir nuestros sueños. No importa que tan suavemente pasemos las trabas de la ley moral, ¿no vale la pena la abdicación de nuestra determinación? Yo no tendría el corazón para mentirle a un ser humano y decirle que se tiene que ajustar a un mandato ético esté o no en sus intereses, incluso si esa mentira previniera una discusión entre nosotros. Por que yo me preocupo por los seres humanos yo quiero que sean libres de hacer lo que es correcto para ellos. ¿No es más importante que la mera paz en la tierra? ¿No es la libertad, la peligrosa libertad, preferible a la esclavitud tan segura, a la paz comprada con ignorancia, a la cobardía y la sumisión?
Además, mira hacia atrás en nuestra historia. Mucho derramamiento de sangre, engaño y opresión ha sido perpetuado en nombre del bien y el mal. Las guerras más sangrientas se han luchado entre oponentes que pensaban que peleaban del lado de la verdad moral. La idea de la ley moral no nos ayuda a llevarnos bien, nos pone en contra uno a los otros, para competir sobre cual ley moral es la “verdadera”. No puede haber progreso real en las relaciones humanas hasta que las perspectivas de todos sobre la ética y los valores sean reconocidas; entonces finalmente empezaremos a trabajar en nuestras diferencias y aprenderemos a vivir juntos, sin pelear sobre la estúpida pregunta de que valores y deseos están “bien”. Por tu propio bien, por el bien de la humanidad, tira a la mierda las nociones anticuadas del bien y el mal y crea tus propios valores! Por vos mismo!
1 comentario:
Buenas.
Tengo algunas diferencias con vuestro texto, pero va en una dirección interesante.
Les invito a leer un texto de mi creación llamado "Tesis contra la justicia": http://www.geocities.com/cica_alt/cica/fuego_justicia.zip
Saludos!
Ricardo
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