LA MUJER Y EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL FRENTE AL MUNDO TRIDIMENSIONAL.
acerca de por qué las abstracciones, normas, y absolutos son un asalto a la humanidad y a la existencia misma.
acerca de por qué las abstracciones, normas, y absolutos son un asalto a la humanidad y a la existencia misma.
Unidimensional: aquello que posee una sola dimensión; una línea cualquiera es unidimensional, ya que nos basta un número real para identificar cualquier punto. Es la simplificación de la tridimención la cual posee profundidad, ancho y altura.
La anoréxica y el físico culturista persiguen un ideal que se (los) desmorona enfrente de ellos. Una vez que uno empieza a medirse a sí mismo contra un estándar uni-dimensional, como la delgadez o la fuerza, -demasiado- nunca es suficiente: la meta siempre esta por delante nuestro, sin importar cuan lejos vayamos. Simplemente, estos ideales no pueden ser alcanzados en este mundo. Pero si acaso los seguimos probablemente obtengamos incontables problemas de corazón, depresión y ataques de pánico; una prueba de ello son las olas de suicidios que golpean ferozmente a nuestras estrellas de rock, a las modelos y a los sex símbols.
Es verdad que gente como Arnold Schwarznegger, varias actrices de Hollywood, y otros como ellos son un producto más de las fábricas de esta sociedad competitiva y obsesiva, pero también muchos de nosotros estamos infectados por estos valores. Piensan en nosotros como un enorme ganado lleno de variedades. Todos nuestros juicios, todas nuestras conceptualizaciones del mundo se refieren a “absolutos” e ideales, pensamos asi: Laura es muy linda, pero no tanto como Carla, que no es tan linda como la muchacha que sale en la tapa de la revista; Juan es simpático, pero no tan simpático como el muchacho que fue aceptado en el IUNA, que claramente no es tan inteligente como Albert Einstein ni tan talentoso como Dalí; la porción de alimento gratis de los comedores barriales o del Food not bombs de la huerta orgásmika es un verdadero acto revolucionario, pero no tanto como prender fuego una peletería o una comisaría. Somos pensadores realmente uni-dimensionales. Incapaces de ver la calidad individual o cada acción por lo que es, sin mas. Todo lo comparamos con otras cosas, personas o acciones. Esta es una manera de concebir el mundo muy común, sí, pero no es la única manera, y tampoco es el mejor camino en la mayoría de los casos.
Esta manera de pensar hace que todo sea un concurso, logrando que desatendamos el valor y la importancia única de cada acontecimiento y entidad, poniéndonos a favor del encuentro de un lugar más en la lista de comparaciones. La verdad es que cada ser humano tiene un valor único que lo diferencia de cualquier otro, así como cada una de las acciones radicales son importantes en el acercamiento a la revolución de un modo irremplazable (la cuestión no es que acción es mejor para nuestro fin sino como complementar todas las acciones). Necesitamos una lengua con la cual podamos celebrar por las descripciones únicas, no por las comparaciones. Sin esto, no importa cuan claramente sepamos lo que hacemos, pues deberíamos valorar cada pequeña cosa por el significado que tiene en si misma. Estamos atrapados por las suposiciones de nuestros propios medios de expresión:
“Te amo ", susurra la niña.
"¿Me amas más que a nadie, más que a nada en el mundo?" exige el muchacho.
"Te amo... de manera diferente. Ni mas ni menos, no hay comparación en el amor, el amor en si mismo es lo que se valora. El amor no es sentencia, es único e inigualable, no hay manera de comparar un amor con otro..." - responde ella, pero él ya la ha rechazado.
¿De donde viene esta obsesión por las normas uni-dimensionales? Esto proviene del lenguaje en si mismo: la abstracción esta presente desde el momento en que una palabra es utilizada para representar muchas experiencias diferentes e individuales. Cuando decimos “la luz del sol” o “la lluvia” pareciera que estamos refiriéndonos a algo concreto que existe en un lugar del mundo pero en realidad estas palabras contienen multitud de sensaciones y experiencias por el hecho de estar relacionadas a determinados momentos o situaciones de nuestras vidas. La comunicación es una parte necesaria del ser humano, pero es fundamental que cada uno de nosotros recuerde que ninguna palabra o concepto puede capturar la profundidad infinita y la complejidad de los instantes de nuestra vida.
El nacimiento de la civilización occidental, que se basa en un pensamiento dimensional, se produjo en la antigua Grecia, cuando Platón tomó la abstracción de la lengua y la llevo un paso más allá. Platón declaro que nuestras abstracciones están referidas a un mundo “superior” de ideales en los cuales "el coraje", “el honor" y “la justicia" existen en su forma pura; al hacer esto, puso todo de cabeza, colocando nuestras amplias generalizaciones antes de las experiencias sugiriendo que estas ultimas son de poca importancia, irrelevantes. Paul, el fundador del cristianismo, amplió esta filosofía en el mundo de la religión: Lo "ideal" existía en el cielo y la tierra era solo una defectuosa imitación, el cuerpo algo sucio.
En aquel entonces, las ideas y doctrinas solas no eran suficientes para doblegar la experiencia humana ante el sistema de “absolutos”. Contra la sabiduría de la experiencia corporal, en la cual se encuentran las calidades únicas de cada entidad y acontecimiento, estas eran impotentes. Pero lentamente, se hizo posible hacer cumplir la doctrina del ideal sobre el mundo de percepción diaria.
Se inició con el fin del sistema de trueque, y el comienzo de la subdivisión del tiempo. De repente, todo tenía un cierto valor, y el día se dividió en segmentos medidos. El tiempo y el valor realmente no pueden ser medidos - el hombre que realmente ha vivido sabe que el cronómetro no puede capturar el modo en el que el tiempo vuela cuando está en la cama con su novio, o como las horas parecen eternas cuando esta en el trabajo, agobiado y aburrido. Él sabe que las mejores y las peores cosas en la vida no pueden ser "merecidas", ni hablar de valoradas. Cada momento de nuestra vida es invaluable, es atroz intentar ponerle precio a una noche de charlas entre cómplices o a una tarde donde la brisa acaricia nuestro rostro de manera suave y amorosa. Sin embargo con la economía de cambio la gente fue forzada a medir de alguna forma todo, inclusive a ponerle un valor monetario al tiempo.
De pronto, todo estaba medido y calibrado, en orden: la talla de la vestimenta de mujer, por ejemplo. Hasta finales del siglo XIX, la vestimenta de la mujer estaba hecha a mano, por cada mujer. Así, Cada mujer poseía distintas cualidades personales y era vista como única, no como un numero de talla (“tu eres talle 6, yo soy 8”). Habla mucho de nuestras erróneas concepciones que en las últimas décadas el ideal perfecto de mujer se haya descrito numéricamente (el famoso 90-60-90) así como todo aquello que varía de este ideal platónico pasa a ser inferior a la hermosura. Actualmente las mujeres ocupan una escala de valores en función a su peso. Algunos luchan contra escalas estandarizadas cada mañana, con la esperanza de que el número sea menor por lo que su valor en la sociedad será mayor.
Por ultimo las marcas terminaron de reducir la verdadera complejidad del mundo a la simplicidad vacía de meras abstracciones.
En el pasado, los seres humanos tenían jardines, en aquellos días, cada fruta u hortaliza era única. Ahora nuestra alimentación es científicamente diseñada para la uniformidad total, y viene con una marca y un código que la identifica y representa: los supermercados de marcas genéricas aplican el pensamiento platónico de la abstracción explícitamente. Identificando productos como las bananas, dependiendo su calidad, como “calidad inferior” para la gente de bajos recursos o como "orgánicos" o de “calidad superior” para los ricos o los consumidores eco-elitistas.
Aquellos que se resisten a estos intentos de doblar el mundo real a la estreches del mundo conceptual a menudo caen en las mismas prácticas. El mundo de la teoría política está plagado de abstracción y de pensamiento uni-dimensional. Muchos se hacen a través de la infancia con la capacidad de apreciar los detalles insustituible de la vida, luego simplemente dejan esto para caer ante la enfermedad de idealizar y generalizar cuando comienzan a leer la teoría y la tentativa de formar un "análisis" de la vida: sus impresiones y emociones se convierten en una ideología, en donde sus luchas y objetivos, que algunas vez tuvieron que ver con personas reales, se transforman por completo junto con su visión de la realidad. Comienzan a ver a las personas como simples piezas de un juego, en una guerra de símbolos.
En última instancia, la búsqueda de “los ideales" que no pueden ser logrados en este mundo, constituye un rechazo al mundo, al verdadero mundo, como así también a la vida misma. Esto queda demostrado con el destino triste de los físicos culturistas y los anoréxicos que toman sus metas (“lo ideal”) incluso al extremo, aunque esto los lleve a la tumba. Estamos tan acostumbrados a denigrar este mundo, diciendo que es un lugar jodido y horrible comparándolo con nuestro “mundo ideal y perfecto” que logramos boicotear el crecimiento de nuevos mundos reales dentro de este. Una resolución realmente radical debería abrazar la existencia tal como es, como la única cosa que importa, proclamar que este mundo en sí mismo es el cielo, hecho para nuestro placer total... y luego, preguntar: ¿Qué hemos estado haciendo mal todo ese tiempo?
Al hacerlo, finalmente debemos aceptarnos a nosotros mismos tal y como somos, en toda nuestra diversidad y variedad, y liberarnos de la sombra del falso cielo de Platón y las agencias de publicidad, donde lo "real" supuestamente reside en la belleza ideal. Ya liberados totalmente de las normas del cristianismo que dicen que el mundo es un lugar de paso o un sitio de prueba antes de llegar a una instancia mejor (“el paraíso ideal donde viven solo los hombres ideales”) podremos hacer de este mundo, el único que tenemos, todo el paraíso que podemos desear en el cual los conceptos de belleza, dignidad y magnificencia surjan por si solos (en caso de que tales conceptos existieran).
Sólo si reconocemos la belleza del mundo y de la vida
sin negar ninguna de sus formas, podremos ver la nuestra.
-Me quité el maquillaje y el vestido, me mire a mi misma en el espejo del baño del avión. Lo que vi fue algo que sólo había visto en los ojos de mis amantes: las curvas y las texturas de mi piel, las cicatrices y los tatuajes pintaron un cuadro ante mí, recordándome una vida de aventuras salvajes y extremas. Contándome una historia más conmovedora y emocionante que cualquiera que me hayan contado los libros o las películas. Vi que era hermosa, la belleza había encarnado en mí como un gran barco lleno hasta la proa de luchas, triunfos y anhelos. Fue un momento brillante, tuve confianza, como si lo hubiera sabido siempre a pesar de toda la miseria que se había preparado para mí. Y, por una vez, sentí que podía vivir una vida heroica y grandiosa, así como podía morir en el sucio e inundando campo de batalla. De una manera u otra; hermosa, como hojas de laurel o como espinas de rosa.-
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